Aunque hemos hablado mucho y en varias entradas sobre la depresión, de sus síntomas y sus posibles tratamientos (seguro te interesa leer: Tratamiento para la Depresión), poco hemos hablado de una de las costumbres más peligrosas a las que nos puede llevar la depresión cuando nos dejamos llevar por lo que parecen ser momentos de estabilidad y bienestar logrados «mágicamente» gracias al consumo de una sustancia en particular, el alcohol.
El alcoholismo y la depresión pueden relacionarse fundamentalmente de dos formas. La primera de ellas es cuando una persona con un problema de adicción al alcohol empieza a desarrollar síntomas de depresión. Estos síntomas pueden presentarse cuando el alcohólico está sobrio o cuando está intoxicado, y en ambos casos los síntomas de la depresión son producto de la acción del alcohol en el cuerpo.
Así que si eres una persona que se identifica puntualmente con esta forma de interacción entre el alcohol y estados depresivos, lo más probable es que necesites una intervención que ponga en cintura, en primer lugar, el consumo de esta sustancia, para que luego sí sea posible recurrir a un tratamiento específico para la depresión.
La otra forma en que el alcoholismo y la depresión pueden relacionarse es que en una persona con un diagnóstico o una sospecha de estar sufriendo de depresión se active el consumo de alcohol como una forma de evadir los sentimientos y el dolor propios de la depresión.
Es muy importante señalar que ninguna de estas dos patologías, el alcoholismo y la depresión, deben quedar sin tratamiento psicológico.
Si tu situación es más cercana o se parece más a la segunda forma de interacción que señalé, entonces definitivamente este blog es para ti. Si por el contrario tu situación se aproxima más al primer caso que describí, entonces lo que necesitas hacer sin demora es buscar ayuda terapéutica profesional para el manejo de la adicción.
Volviendo a la segunda de las situaciones, debemos empezar por señalar que no es para nada descabellado lo que te está sucediendo. El alcohol es responsable del 5.9 % de todas las muertes que suceden cada año en el mundo. Dos razones fundamentales permiten esto. La primera es que el consumo de alcohol es socialmente aceptado y culturalmente extendido. Y la segunda es que el consumo de alcohol está asociado al surgimiento de un poco más de 200 enfermedades y trastornos mentales, según datos de la Organización Mundial de la Salud.
Es decir, el consumo de alcohol es algo tremendamente popular y no reprochado a lo largo y ancho de la tierra, de modo que se ofrece fácilmente como una opción rápida y económica que puedes usar cuando deseas ponerle una pausa a ese dolor profundo y sin tregua que te atormenta en tu día a día.
¿Qué hace el alcohol en tu organismo?
Los médicos coinciden en afirmar que el consumo constante de alcohol puede afectar seriamente el sistema metabólico, los órganos y muy específicamente el cerebro.
A nivel cardiovascular, el alcohol puede ser el responsable del aumento en la presión arterial, llegando a provocar hipertensión. También puede afectar de manera negativa al corazón, debilitando sus paredes y haciéndole perder la capacidad de bombear la misma cantidad de sangre a través de nuestras venas.
A nivel digestivo, uno de los síntomas más comunes del consumo excesivo de alcohol es la pancreatitis aguda. El hígado es uno de los órganos que puede verse muy afectado y en algunos casos produce hepatitis y cirrosis.
El alcohol también tiene efectos en el sistema nervioso central, produciendo efectos como la euforia, excitación, desinhibición y conductas impulsivas. Con una mayor ingesta de alcohol se produce también alteración del equilibrio y alteración de la coordinación; y con una ingesta más alta se puede alterar el nivel de la conciencia causando confusión, sueño, aletargamiento, vómitos y por último ocasiona que se entre en una fase anestésica y de estupor, esto último implica específicamente que hay una disminución de la actividad en las funciones intelectuales.
Es evidente entonces que los efectos del alcohol en nuestro cuerpo no son en lo absoluto positivos. Sin embargo, dado que el consumo de alcohol es una práctica tan aceptada socialmente, podrías pensar que por síntomas como la euforia y la excitación, bien vale la pena consumir un poco y obtener a cambio esos resultados de felicidad disfrazada que ponen pausa al dolor constante que produce en ti la depresión.
La intención de este blog es poner en evidencia la mala combinación que es el alcohol y la depresión y lo negativas que pueden ser las consecuencias de esta. Mi intención es convencerte de que no busques en el alcohol ningún tipo de consuelo o distracción, y que si ya lo has empezado a hacer, puedas detenerte antes de que sea demasiado tarde.
Y con demasiado tarde me refiero a que desarrolles una adicción que hará que el tratamiento de depresión sea más difícil, agregues más variables a considerar y que muy probablemente se aplace el objetivo de sentirte bien y con el agravante de que ahora también vas a necesitar tratamiento para tu adicción.
Sé que es muy fácil acompañar una tarde de soledad con una botella de vino. Tus sentimientos de tristeza, ganas de llorar, vacío, desesperanza, irritabilidad y culpa se mezclan con el vino haciéndose menos intensos por un corto periodo de tiempo. También es posible que gracias al alcohol te atrevas a contarle a alguien lo que te está sucediendo. Y puede que las primeras veces te sientas muy bien, que logres adormilar el dolor y así puedas evitar sentirte un completo fracasado/inutil/sin ganas de vivir/carga/etc… tu escoge lo que a ti te «ayude» a evitar.
Pero ¿Cómo te sientes cuando los efectos del alcohol se desvanecen al día siguiente?
Lo primero de lo que me gustaría hablarte es: ¿qué sucede con tu tratamiento farmacológico cuando tomas alcohol? (te puede interesar este blog: ¿Los medicamentos son tu enemigo?, ¿debes huir?)
- Los síntomas empeoran. Puedes empezar a sentirte más deprimido porque la ingesta de alcohol contrarresta los beneficios de los medicamentos antidepresivos prescritos..
- Los efectos secundarios de los medicamentos empeoran cuando los acompañas con alcohol.
- Los antidepresivos llamados IMAO (Inhibidores de la Monoaminooxidasa) combinados con alcohol pueden causar un aumento súbito peligroso de la presión arterial.
- Pueden presentarse alteraciones en tu estado de alerta y pensamientos. Combinar alcohol con antidepresivos puede afectar tu criterio, la velocidad de tus pensamientos, la evaluación de las consecuencias, tu coordinación, tus habilidades motoras y tu tiempo de reacción de forma más drástica que si solamente tomaras alcohol.
Es así como juntos, alcohol y antidepresivos, potencian los efectos negativos del alcohol.
También me gustaría hablarte de esos efectos que el alcohol tiene en tu cuerpo y mente y que, en principio, podrías confundir con un sentirte bien, mejor.
- «Con el alcohol te sientes mejor más rápido que con un tratamiento psicológico»: La terapia para la depresión por lo general y en la mayoría de los casos toma tiempo. Y además debes estar absolutamente comprometido con tu proceso de mejoría de manera que hagas caso a los ejercicios terapéuticos que te recomienda el profesional de la salud mental que guía tu proceso para superar la depresión. Esto requiere esfuerzo y dedicación. El trago por otro lado no requiere nada similar, un par de copas e inmediatamente empiezas a sentirte mucho mejor de lo que te has sentido en terapia trabajando incansablemente durante algunos meses. La recompensa es tan inmediata y evidente que podrías intentar convencerte de que lo que deberías hacer cada semana, en lugar de asistir a terapia es ir a tomarte unos tragos. Sé que suena ridículo si estás en sano juicio, sin embargo si ya lo has intentado, ¡sé que se te pasó por la cabeza!
Pero la sensación de bienestar producida por el alcohol no dura mucho y pronto te darás cuenta de que los ejercicios terapéuticos, por más difíciles y demandantes, son infinitamente mejores que las copas.
- «Sientes que te ayuda a dormir»: Otro beneficio aparente del alcohol es que puede ayudarte a solucionar tus problemas de insomnio. La persona bajo la influencia del alcohol tiende a dormirse más rápido que una persona que no ha consumido alcohol. Sin embargo, esa sensación de quien duerme y descansa plenamente no la alcanza a dar el alcohol ni remotamente cerca. Puesto que a causa del alcohol te verás obligado a despertarte más veces durante la noche con sentimientos crecientes de incomodidad y en caso de que no te despiertes, tu sueño no será reparador ni tranquilo. De qué sirve entonces quedarse dormido rápidamente si igual pasas la noche casi en vela y con niveles de estrés y cansancio al levantarte iguales o peores que los que ya tenías cuando pasabas media noche mirando al techo incapaz de dormir. ¡Pues de nada!
¡Para eso sirve el alcohol a tu depresión, de nada! (ya que lo sabes, mejor lee: ¿Cómo vencer la depresión?)
- «Sientes que debes esconder el que tomaste de tu psicólogo/a»: Otra cosa que puede pasar a causa del alcohol es que te abstengas de hablar claramente con tu terapeuta, de contarle lo que te ha sucedido cuando has tomado algunos tragos la noche anterior, o incluso si nada ha sucedido, pero igual eres incapaz de confiarle esto a tu terapeuta porque te sientes culpable. Siempre que hay alcohol involucrado cuando no debería haberlo, la culpa es compañera permanente de quien no ha logrado mantenerse sobrio.
Así que si el alcohol solamente te deja sentimientos de culpa y nada más que eso, bueno, sin contar todas las enfermedades a las que me referí en párrafos anteriores, pues lo mejor es que lo mantengas lo más alejado posible de tus tardes tristes y desesperanzadas.
Si sentiste que te hablaba a no le des más vueltas, empieza tu tratamiento conmigo. Para salir de la depresión la ruta no es el alcohol, es el tratamiento apropiado. ¡Mejor dar clic al link de WhatsApp que servirse una copa!
Feliz semana, Maggie.