Cuando el miedo controla tu vida: Fobias

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Un día, cuando Clara tenía seis años, vivió una experiencia que le produjo un miedo muy intenso. De sus botas de caucho salió un pequeño ratón justo en el momento en que ella intentaba ponérselas para salir a la calle en un día lluvioso. La impresión y el miedo fue tan extremo que Clara estuvo llorando durante toda la tarde, y la huella que marcó en su mente fue tan profunda que, aún hoy, 30 años después, recuerda ese día con perfecta claridad, como si hubiera sucedido apenas un par de día atrás.

La vida de Clara no cambió inmediatamente, la experiencia fue traumática en sí, pero ella siguió experimentando la vida con toda la energía que se puede esperar de una niña. A lo largo de su adolescencia tampoco tuvo mayores inconvenientes. Recuerda pensar que no le gustaban los ratones y procuraba evitar enfrentarse a una situación en la que pudiera tener que lidiar con ratones. Y seamos honestos, la verdad es que no hay muchas oportunidades para que un adolescente se enfrente a una situación en la que tenga que tratar con ratones. Así que, más allá de su evidente miedo, este nunca fue un problema.

 Y tal vez nunca se hubiera convertido en un problema, pero a veces la vida nos lleva por un camino en el que tenemos que enfrentar justo eso que nos causa mayor temor. Cuando Clara cumplió 25 años decidió tomar unas vacaciones que fueran tan especiales como el cuarto de siglo vivido hasta ese momento. Escogió hacer una ruta por varios destinos de Sudamérica con su mochila a la espalda. En este viaje el confort y el lujo no eran la prioridad, sino vivir con la mayor intensidad posible cada ciudad y lugar visitado. Y todo marchaba bien, los paisajes y aventuras superaban con creces las incomodidades de algunos de los lugares en los que se hospedaba. Y entonces, en una de sus últimas paradas, tuvo que enfrentarse a ese miedo que parecía escondido en sus recuerdos, pero que en realidad estaba muy presente. Clara vio un par de ratones atravesar una calle e introducirse por un pequeño hueco en una de las casas que rodeaban la calle. No fue que tuviera que enfrentarlos, o que los ratones hubieran querido atacar o algo por el estilo. Verlos acceder con tanta facilidad en una casa la hizo preguntarse qué tantos ratones podrían estar ya adentro; qué harían dentro de la casa; qué comerían; cada cuánto se producirían; con qué facilidad podrían acceder a todos los rincones de la casa. 

Si presentas una fobia específica puede que te cueste organizar lo que te pasa en tu cabeza para poder explicarlo, aunque tu miedo es muy real sientes que hablar de ello suena exagerado.

 

Estas preguntas estuvieron rondándole la cabeza toda la noche. Incluso buscó información en internet y leyó historias de verdad espeluznantes sobre infestaciones de ratones, sus enfermedades, el increíble ritmo de reproducción que podían alcanzar y bueno, todos los que hayan leído algo sobre la peste negra podrán imaginarse que tan oscuro puede llegar a ser el panorama si se piensa en los ratones como seres súper poderosos capaces de existir casi en cualquier ambiente.

Este encuentro, que puede considerarse bastante insignificante, fue suficiente para que Clara volviera a casa convencida de que su miedo a los ratones era algo bastante racional, de repente volvió a ser esa pequeña niña paralizada de miedo ante un pequeño ratón. Sólo que ahora, en su cabeza, ese ratón podría estar en cualquier lado, así que no era solo un ratón sino la posibilidad de que estuviera en cientos de lugares al mismo tiempo: en su casa, en su cocina, en su baño, en todas las tuberías y desagües, simplemente ahí, esperando el momento perfecto para aparecer y en el cual ella no tendría escapatoria. Este pensamiento comenzó a acecharla continuamente. 

Pronto Clara descubriría que su miedo se había salido de control, era algo que la dominaba constantemente y comenzó a tener ataques de pánico en lugares en los que se imaginaba podrían haber ratones. Los restaurantes, por ejemplo, se convirtieron rápidamente en lugares completamente vetados en la vida de Clara. Su temor era tan fuerte que empezó a sufrir de ataques de pánico cada vez que visitaba alguno, aunque en ese momento no tuviera idea de que lo que padecía era un ataque de pánico, así que en un par de ocasiones terminó en la sala de emergencias. Clara estaba convencida que iba a morir si se enfrentaba de nuevo a la posibilidad de ver un ratón. Su fobia se volvió tan incapacitante que en su propia casa era incapaz de abrir las puertas de las alacenas, de solo pensar que cuando las abriera podría ver a un ratón intentando escabullirse por alguna rendija; otra vez pensó ver un ratón atravesar la sala de su casa y se subió a la mesa del comedor y duró allí subida por 6 horas, hasta que su esposo volvió a casa; y finalmente, Clara dejó de salir de casa durante 7 años, convencida de que en su próxima salida enfrentaría la muerte a causa de un ratón. 

Clara sufrió de este miedo irracional hasta que su esposo le convenció de buscar ayuda profesional. Fue diagnosticada con una Fobia Específica, un tipo de Trastorno de Ansiedad. Y gracias al tratamiento, lentamente está recuperando su vida. 

La historia de Clara es el ejemplo perfecto de cómo un miedo se puede convertir en una fobia que termina siendo dueña y señora de nuestra vida. Los miedos irracionales tienden a incrementar, y sin el tratamiento adecuado, pueden obligarnos a dejar de vivir como desearíamos.

¿Qué es exactamente una fobia?

Una fobia es un temor a algo que en sí mismo no encarna ningún peligro y que, en efecto, es percibido así por la mayoría de las personas, excepto quien experimenta el miedo. Ahora, es importante señalar que todas las personas experimentamos miedo. Es una emoción básica con la que todos venimos programados. El miedo nos permite sobrevivir cuando enfrentamos algo que desconocemos y que podría ser peligroso. Usualmente lo experimentamos desde temprana edad, pero la mayoría de cosas a las que tememos de niños tienden a desaparecer conforme crecemos. Porque aprendemos a qué cosas tenerles miedo y a cuáles no. Es normal tenerle miedo a una serpiente o a volar, pero aprendemos a manejar ese miedo de forma racional. Sin embargo, si tememos a algo que no pueda considerarse un peligro real, entonces es cuando nos enfrentamos a una fobia.

La fobia se desarrolla siempre hacia un determinado objeto o situación, es por eso por lo que los profesionales de la salud mental siempre se referirán a ellas como Fobias específicas. Una fobia se diferencia del miedo en que por lo general la sensación de este último desaparece en el momento en que ya no estás expuesto a la cosa que te causa temor. La fobia por otro lado es duradera y produce reacciones físicas y psicológicas intensas que afectan tu desarrollo cotidiano. 

Las fobias específicas por las que más se consulta a los profesionales de la salud mental son:

  • Temor a espacios cerrados como un avión, una oficina, un consultorio médico, un elevador, entre otros.
  • Temor a acontecimientos propios de la naturaleza como tormentas, ventiscas, relámpagos, la noche, el sol, etc.
  • Temor a insectos o animales como arañas, perros, cucarachas, gatos, serpientes, en esta fobia específica la gama es tan amplia como creaturas hay sobre la tierra.
  • Temor a la sangre, a las agujas, a cualquier tipo de procedimiento médico, como una visita al dentista.
  • Otras fobias como el temor a vomitar, a asfixiarse, a los ruidos fuertes o a los payasos.

Estas fobias específicas se pueden combinar algunas veces, no tienen porque ser mutuamente excluyentes, y entonces seguramente la ansiedad y los ataques de pánico también se incrementen. Algunas de estas fobias tienen nombres específicos, como:

  • Aracnofobia: miedo a las arañas.
  • Claustrofobia: miedo a los lugares cerrados.
  • Agorafobia: miedo al exterior. Ya hemos hablado sobre esta fobia, puedes obtener más información siguiendo este link.
  • Acrofobia: miedo a las alturas.
  • Somnifobia: miedo a dormir.
  • Coulrofobia: miedo a los payasos.
  • Ombrofobia: miedo a la lluvia. 
  • Hafefobia: miedo a ser tocado.

Existen fobias muy comunes, de las que se habla mucho: a volar, a las arañas, ratones, a la sangre... pero otras son muy poco conocidas pero reales para quien las vive.

Hablemos ahora de los síntomas.

Aunque estas fobias pueden ser a cosas completamente diferentes, sí es posible establecer un patrón de síntomas que experimentan quienes sufren de temor patológico intenso. Los síntomas pueden variar de paciente en paciente, pero si experimentas dos o más de los siguientes cuando ves o piensas en aquello que te causa temor puede que necesites buscar ayuda urgentemente. 

Síntomas físicos: Muchas personas experimentan algunos de estos síntomas, otras los experimentan todos en medio de un ataque de pánico causado por aquello que se teme o la solo idea de ello. Si quieres saber más sobre ataques de pánico y cómo lidiar con ellos, te recomiendo este video.

  • Sudoración
  • Dificultad para respirar
  • Aceleración de los latidos del corazón
  • Temblores
  • Escalofríos
  • Dolor en el pecho
  • Sequedad en la boca
  • Nauseas
  • Dolor de cabeza
  • Presión en el pecho
  • Mareos
  • Desmayos 

La mezcla de estos sintoma, su nivel y constancia hacen que no te sientas a salvo, la falta de comprension de esto hace que te sientas incomprendido

Síntomas psicológicos: Este otro tipo de síntomas tiene que ver específicamente con lo que pasa por tu mente cuando te ves enfrentado a tu fobia o a la idea de tener que enfrentarla.

  • Pensamientos distorsionados, encuentras más información sobre qué son y cómo superarlos en el siguiente link.
  • Eres consiente de que tus temores son exagerados e incluso irracionales, pero no poder hacer absolutamente nada para controlarlos.
  • Ansiedad creciente a medida que te encuentras más cerca de la situación o el objeto que te causa la fobia.

Síntomas conductuales: Estos síntomas se refieren a las costumbres que adquieres a partir del desarrollo de tu fobia. Pueden ser cosas que empiezas a hacer, así como también las que dejas de hacer.

  • Evitar cualquier cosa que te haga pensar en tu fobia.
  • Dificultad para seguir haciendo aquellas cosas que antes hacías sin dificultad.
  • Comportarse de una manera que solo tú consideras perfectamente normal, como por ejemplo no acercarse nunca a una ventana en un piso alto, o incluso rehusarse a estar en un piso alto.

Todos los síntomas que he descrito, si los estás experimentando, pueden estar dejando una huella profunda en tu vida. Una fobia puede ser tremendamente devastadora y causar problemas que afectan enormemente tu vida y la de las personas que te rodean.

Pero ¿de qué tipo de problemas estamos hablando?

Uno de los más evidentes es el aislamiento social. Cuando te ves rodeado por el temor lo primero que haces es dejar de ir a cualquier lugar que se relacione de un modo u otro con el objeto o la situación que temes. Esto puede tener serias consecuencias a nivel social, profesional y académico. Pero no es el único problema que puedes enfrentar, una fobia puede desatar diferentes trastornos del estado de ánimo, deprimiéndote y generándote momentos muy difíciles con la ansiedad. Algunas personas están en riesgo de usar sustancias farmacéuticas, psicoactivas o alcohol para intentar escapar de los pensamientos que consumen su mente.

La única forma de tratar una fobia específica es con un tratamiento psicológico y/o psiquiátrico. La gran mayoría de profesionales de la salud mental harán tres cosas una vez estés en su consulta:

  1.     Entrevista diagnostica.
  2.     Descarte de enfermedades orgánicas a través de exámenes especializados.
  3.     Pruebas de psicodiagnóstico.

Sin estos es muy difícil emitir un diagnóstico correcto y por ende tampoco se podrá definir un tratamiento adecuado que de verdad te ayude a controlar síntomas y a dejar atrás, poco a poco, tu temor.

La combinación de tratamiento psiquiatrico y terapia cognitivo conductual, muestran en casos de Fobia Específica resultados exitosos y en corto tiempo.

¿Qué puedes hacer mientras recibes el tratamiento y asistes a tu primera consulta?

Lo mejor que puedes hacer para ayudarle a tu médico o terapeuta a tratar tu fobia es hacer una lista con los siguientes temas:

  • Describir todos los síntomas que experimentas.
  • Describir qué lugares o circunstancias hacen que las crisis de ansiedad o ataques de pánico sean desencadenadas.
  • Describir tu información personal lo mejor que puedas, incluyendo la historia médica familiar que conozcas.
  • Describir todos los medicamentos que usas o has usado en el pasado para intentar solventar las crisis.
  • Lista de preguntas que te gustaría que el médico tratante te respondiera sobre tu tratamiento, por ejemplo: qué metodología usará contigo, cuánto tiempo durará el tratamiento, cada cuánto tiempo deberás asistir a terapia, etc. 

Recuerda que este espacio no pretende hacer las veces de una consulta, solamente es un espacio en el que te damos información verídica y comprobada que te puede ayudar a resolver dudas y tomar decisiones más acertadas sobre tu salud mental.

Buscar la ayuda de un profesional competente siempre será el siguiente paso al terminar de leer este contenido, yo te puedo ayudar, haz clic AQUÍ. 

Maggie

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