“Todos los hombres, (…) quieren vivir felizmente.” Séneca
La felicidad, es el objetivo esencial de la vida humana, la razón por excelencia para estar vivos. Queremos ser felices y vivimos cada día con el objetivo de encontrarnos por el camino un pedazo de felicidad al cual aferrarnos. Y buscamos, buscamos todo el tiempo. Muchas veces pareciera que no paramos de buscar… pero ¿por qué buscamos todo el tiempo? ¿Es la felicidad algo inalcanzable? ¿Por qué no paramos de buscar ni siquiera cuando logramos encontrar lo que estábamos buscando?
En algún libro leí la descripción de esa búsqueda constante a la que parecemos estar condenados… decía el autor que a veces nuestra búsqueda de la felicidad es como cuando buscamos las llaves de casa sin percatarnos que las tenemos entre el bolsillo. Y cuando las encontramos, no nos alegramos, sino que nos castigamos por haber perdido tanto tiempo buscándolas en otros lugares. Y así como las llaves, no importa qué tantas veces las hayamos tenido en nuestras manos o las hayamos dejado resguardadas en el fondo del bolso sin preocuparnos por ellas, en el momento en que las perdemos, nos atrapa una intensa agonía que no nos deja pensar con claridad.
Y así, casi sin quererlo, nos topamos con la primera y más importante característica de la felicidad. No la podemos poseer permanentemente. Llega a nuestra vida por un instante, la abrazamos, celebramos tenerla y luego se va. Se va para abrirle paso a otras emociones que no son tan bellas y reconfortantes como ella. Y luego vuelve, para irse de nuevo. Sé que a veces puedes pensar que no es justo, que no tiene mucho sentido que no podamos vivir todos los días en un continuo de felicidad y que la felicidad nos sea tan esquiva.
Pero te propongo algo, has visto la película Intensamente o tal vez la conozcas por su nombre en inglés Inside Out. Es una película animada que intenta contarnos cómo funciona nuestro cerebro, y Disney realmente logra mostrarnos a través de sus personajes algo que no siempre nos parece tan fácil de comprender, y es: la alegría y la tristeza están irremediablemente unidas, siempre lo estarán. Es imposible experimentar plenamente la felicidad si no hemos experimentado previamente su opuesto.
Así que la felicidad no solo no dura mucho, sino que está amarrada a la tristeza. Pero no hay porque imaginarnos que esta característica nos está condenando a una vida de dolor y amargura. La tristeza y el dolor son parte de la vida, no podemos escapar a ello, y está bien sentirse triste o derrotado, sufrir a causa de algo, es parte de nuestra naturaleza. Y así como no podemos escapar a sentir dolor ocasionalmente, tampoco podemos escapar a experimentar la felicidad.
Y entonces, por qué parece más fácil sentir dolor y tristeza que alegría y felicidad, por qué los primeros parecen durar más que las segundas. Aquí es cuando tu salud mental juega un papel trascendental en tu experiencia vital. Solamente si tienes una salud mental fuerte y saludable podrás atravesar el dolor con la certeza de que vendrán días mejores y que esos momentos oscuros no representan todo lo que eres, sino que son simplemente una parte de una ecuación mucho más grande y que no serán para siempre.
Ahora, lamentablemente, la salud mental no ha sido una prioridad para los seres humanos. La gran mayoría están demasiado ocupados tratando de sobrevivir a condiciones infrahumanas. Y entre la minoría que sí tiene las condiciones para vivir una vida digna y con bienestar solamente hay un puñado de personas que han logrado aceptar esta ley de los opuestos y pueden afirmar que son felices a pesar de los malos momentos.
Pero entonces, ¿qué es la felicidad y cómo han logrado esos pocos experimentarla de forma consistente en sus vidas?
Seguramente ya te lo imaginas, pero no sobra repetírtelo: la felicidad es un concepto muy difícil de definir. Mucho se ha hablado, discutido, teorizado y producido al respecto. Y no es un tema nuevo, desde los antiguos filósofos griegos hasta los modernos neurocientíficos han tratado no solo de definirla sino de conocer lo suficiente como para entender cómo lograr conseguir la esquiva felicidad.
Hay tantas teorías y opiniones sobre la felicidad como personas hay en el mundo. Pero es posible condensar en tres corrientes las opiniones más comunes al respecto de qué es y cómo conseguirla. Estas son:
- La corriente escéptica: defienden que la felicidad no existe y que por lo tanto no es necesario buscarla.
- La corriente limitada: defienden que la felicidad no es más que un conjunto de momentos felices, así que a lo largo de la vida solo podemos aspirar a ser felices unas cuantas veces.
- La corriente optimista: defienden que sí es posible encontrar la felicidad y mantenerla, así que hay que trabajar por ello.
Nuestra propia idea de qué es la felicidad puede identificarse con una de estas tres corrientes. Y lo más seguro es que, si estás leyendo esto, te identifiques con la segunda o la tercera corriente, porque de lo contrario no te importará si eres feliz o no.
Ahora, pasemos a un plano un poco más práctico. ¿Qué es en sí la felicidad? Las respuestas las hay para todos los gustos: dinero, propiedades, ropa nueva, zapatos, logros, un trabajo, una pareja, los hijos, las vacaciones, un diploma, fama, naturaleza, servir a otros, la maternidad… Así que la felicidad puede significar una cosa distinta para cada persona en el universo. Y si sabemos, o creemos saber, qué es lo que nos dará felicidad, podremos ir en su búsqueda. Sin embargo, y aquí es donde surge la idea que discutimos anteriormente sobre la salud mental, puede que tengamos eso que creemos nos dará felicidad e igual sentirnos completamente infelices.
Así que volvemos a estar como al principio, sin tener una idea clara de cómo lograr ser felices. Y el problema es que intentando resolver esto podemos tomar decisiones equivocadas que nos llevarán por el camino del dolor y el sufrimiento, aunque no lo hayamos buscado específicamente.
Al final la felicidad puede ser muchas cosas y depender enteramente de qué particularidades rodeen tu vida. La felicidad puede ser placer y dinero; la felicidad también puede ser una vida con sentido, y ese sentido se puede experimentar de muchas maneras; y finalmente la felicidad puede ser un sentimiento de satisfacción propia, satisfacción con lo que has realizado a lo largo del camino y esto también dependerá de en qué momento del camino estés, seguramente si tienes 17 o 68 tu idea de la satisfacción personal sea completamente diferente.
Y creo que esto es lo primero que hay que tener perfectamente claro, la felicidad cambia contigo. No es una idea o concepto estático que tienes que alcanzar. Así que no te diré aquí que la felicidad es o no es las cosas materiales; o que la felicidad es o no es el sacrificio de una madre por el bienestar de sus hijos; o que la felicidad es o no es el amor incondicional de un perro. Esa tan anhelada felicidad que andas buscando desesperadamente está al alcance de que descubras en qué momento de tu vida estás y qué necesitas en este específico momento para ser feliz.
¿Por qué no puedo ser feliz?
Sea que busques la felicidad en lo externo, en lo momentáneo, o en tu interior; puedes estar intentando encontrarla en el lugar incorrecto simplemente porque no has hecho el ejercicio de evaluar tu vida bajo la única perspectiva que de verdad importa, la tuya propia.
Ahora, puede que tu dificultad sea un poco más compleja de resolver. Y definitivamente necesites consultar con un profesional de la salud mental para que te ayude a descubrir qué te está impidiendo ser feliz, yo te puedo ayudar con eso, reserva hoy mismo.
Si quieres tener una idea de lo que podrías estar haciendo para sabotear tus posibilidades de ser feliz, puede dejarte una lista de conductas que ciertamente no hacen nada a favor de tu felicidad, estas son:
- Pensamientos barrera: nos hacen estar siempre a la defensiva y con una barrera protectora, su objetivo es hacernos ver todo lo malo que podemos esperar de los demás y todo lo malo que podría resultar de cualquier actividad en la que queramos embarcarnos.
- Las ideas irracionales: en este grupo es posible incluir los mandatos parentales y que en pocas palabras se refiere a cosas que no son pero que creemos que sí son porque así nos fueron enseñadas desde pequeños. Uno de los más comunes es la idea de que hay un “deber ser” de las cosas, y que no pueden ser de otra manera, pero a medida que crecemos nos damos cuenta que eso que debía ser de x o y forma, en realidad puede ser de cualquier otra y no pasa nada, el mundo sigue girando y la vida pasando.
- Pensar demasiado: esta conducta es conocida en el mundo psicológico como “Rumiación”. Aquí te dejo un video en el que te explico en qué consiste y qué puedes hacer para intentar controlarlos.
- La comparación social: uno de los vicios de la década de las redes sociales. El pasto siempre será más verde en el jardín de al lado, especialmente si el vecino usa un filtro en sus fotos. Deja de mirar a otros pensando que su vida es mejor que la tuya, juzgando solamente desde la superficialidad de una foto.
- La envidia y los celos: sentimientos tremendamente complicados que nacen fundamentalmente de la comparación social y que no te dejarán jamás estar satisfecho con tu propio camino, sin importar si de verdad estás logrando cosas que podrían hacerte feliz.
- La ansiedad y el estrés: cuando se salen de control. Aquí te dejo un video en el que te cuento sobre los diferentes tipos de ansiedad.
- Objetivos irrealizables: que sin importar tus habilidades o nivel de esfuerzo que inviertas en lograr algo, no hay la menor posibilidad de que de verdad alcances eso que te propusiste. Como si estuvieras destinado al fracaso desde antes de empezar.
- Usas el teléfono celular como anestesiador de emociones: siempre que sientes en tu interior la necesidad de cuestionarte, entonces recurres a tu teléfono para apagar lo que sea que va a iniciar en tu mente.
- Falta de identidad: no te conoces a ti mismo, y si no tienes una identidad clara, ni sabes exactamente qué es aquello que te produce placer o satisfacción, entonces será muy difícil que puedas ir en pos de ello, lo primero que debes hacer es conocerte.
- ¿Estás en control de tu propia vida? O le has cedido el control de tus decisiones a la rutina y a las expectativas que los demás tienen para ti. Si hay algo que le hace mal a nuestra salud mental es la inercia propia de la vida cotidiana, que nos encierra en una cárcel de expectativas y rutinas en la que ya no tenemos el control de nuestro horario, ni de nuestros gustos, y poco a poco desaparecen nuestras ilusiones, esperanzas y sueños.
¿Qué podemos hacer activamente para contribuir a nuestra búsqueda de la felicidad?
Bueno, como ya te dije, no hay una fórmula secreta, única y repetible. Pero definitivamente tenemos a la mano información sobre nuestra biología, que con los años de investigación científica hemos podido comprobar que han contribuido grandemente a nuestra supervivencia en la tierra y que seguramente, debido a nuestra biología, nos producen un tipo de placer más perdurable que otros. La primera cosa que hemos descubierto es que los seres humanos somos animales de costumbres sociales, la interacción con otros es vital, y puede ser tremendamente placentera y reconfortante. Así que no podemos descartar la influencia que otros pueden tener en nuestra propia felicidad. ¿Qué tipo de relaciones estás construyendo? Porque no se trata simplemente de interacción con otros, sino de verdaderas dinámicas sociales que nos hacen bien: la familia, los amigos; esa idea de tener con quien compartir nuestro tiempo.
Por supuesto también están todas esas actividades que nos producen placer, placer físico. Este se produce fundamentalmente cuando hacemos algo que ocasiona una reacción química en nuestro cerebro y que experimentamos como placentera, por ejemplo: la comida, el ejercicio, el sexo, la música, dormir…
Y finalmente están esas otras actividades que nos producen placer y satisfacción, una rara mezcla de lo momentáneo y lo permanente, porque el placer es físico y pasa pronto, pero la satisfacción es mental y perdura en nuestra vida. Estas tienen que ver con el desarrollo de nuestros talentos, habilidades y capacidades. Me refiero aquí a las actividades que se relacionan con nuestro desarrollo profesional. El trabajo. Estas actividades que además de darnos placer mientras la desarrollamos también nos permiten sentirnos parte de algo más grande que contribuye y que perdura en el tiempo.
Ahora, hay una condición que es transversal a estas tres grandes productoras de felicidad y tiene que ver con “Estar presente”, experimentar con los 5 sentidos, mientras hacemos eso que puede contribuir a hacernos convertirnos en una persona feliz. Vivir en el presente, ya sea en nuestras interacciones sociales; en nuestras actividades cotidianas; en nuestro trabajo; etc. ¿Qué tan presente y atento estás a lo que haces cada día?
En la teoría, mezclar estos tres tipos de actividades/interacciones, más la conciencia de experimentarlo todo en tiempo presente, te situará en un buen camino hacia una vida feliz. Pero todo esto no será suficiente sin una buena salud mental.
Una buena salud mental te permitirá tener una autoestima saludable; habilidades para manejar problemas; competencias para controlar tus emociones y reaccionar adecuadamente ante las emociones de quienes te rodean; una identidad definida que te permitirá no perder tiempo en cosas que realmente no te causan ni placer ni satisfacción; y contar con las herramientas adecuadas para lidiar asertivamente con esos momentos de la vida en que no todo será color de rosa y arcoíris.
Una buena salud mental se logra única y exclusivamente ocupándose de ella. Y ¿cómo haces esto? Pensando en tu mente, llevando a la práctica el cuidado personal: así cómo te preocupas por tu cuerpo físico, vas al médico regularmente, evitas hacerle daño a tu cuerpo, si algo te duele, consultas con el profesional idóneo. ¿Haces esto mismo con tu salud mental? Si sientes que no logras ser feliz a pesar de todo lo bueno que te rodea en la vida, a pesar de que tienes interacciones sociales significativas, de que experimentas placer físico con determinadas actividades y de que tienes el trabajo de tus sueños; entonces seguramente no has puesto la atención necesaria en tu salud mental.
Es hora de empezar.
Maggie.