En la psicología clínica, la ansiedad por comer es conocida de dos maneras: la primera es hambre emocional, y se usa frecuentemente en casos, más bien leves, de exceso de deseos de comer, incluso cuando no se tiene hambre; y la segunda es trastorno por atracones, que se refiere a casos más graves de este trastorno alimenticio.
El hambre emocional, por un lado, consiste en que la persona afectada por este trastorno alimenticio, siente una gran necesidad de comer. Estos deseos usualmente surgen de forma espontánea e impulsiva. La persona no siente hambre, pero sus deseos de comer parecen querer llenar un vacío emocional, y como la comida no sirve para esto, entonces las personas siguen comiendo desenfrenadamente.
El trastorno por atracones, por otro lado, consiste en que la persona afectada consume cantidades extraordinariamente grandes de comida y se siente completamente incapaz de detenerse. El mayor problema de este trastorno alimenticio es que las personas tienen episodios de atracones muy seguidos.
En general, el hambre emocional y el trastorno por atracones no se diferencian sustancialmente, excepto por la gravedad y frecuencia de estos impulsos incontrolables. Una persona común y corriente puede haber experimentado, en una o dos ocasiones, episodios de hambre emocional, sin que esto se haya convertido en un problema para su salud integral. Pero las personas que sufren de un trastorno por atracones usualmente padecen de otras enfermedades físicas asociadas al exceso de ingesta de alimentos como el sobrepeso y la obesidad.
Indicadores de hambre emocional y trastorno por atracones
Para saber si estamos enfrentándonos a un trastorno alimenticio del tipo de hambre emocional o trastorno por atracones, voy a enumerar algunos de los síntomas que podrías estar presentado. Recuerda que solamente un profesional de la salud mental podría darte un diagnóstico. Ciertamente esta lista te permitirá estar alerta y reconocer que necesitas ayuda si presentas más de cinco de los síntomas o señales conductuales y emocionales que mencionaré a continuación.
- Comer cantidades muy grandes de comida durante un tiempo determinado. Por ejemplo: durante dos horas.
- Sentir que no tienes el control sobre esta conducta alimenticia.
- Comer a pesar de no sentir hambre o incluso cuando se siente lleno.
- Comer con mucha rapidez grandes porciones de comida.
- Comer hasta sentirse físicamente indispuesto.
- Preferir comer siempre solo e incluso llegar a esconderse para comer.
- Que estos hábitos alimenticios te hagan sentir enojado, avergonzado, culpable y deprimido.
- Hacer dietas frecuentemente con el objetivo de bajar de peso, pero sin lograrlo realmente.
- Comer para sentirse mejor, y lograrlo solamente mientras se está comiendo, pero inmediatamente después sentirse triste y decepcionado.
- En momentos de estrés, presión o aburrimiento, visitar constantemente la alacena en busca de porciones de comida.
- Durante eventos sociales en los que hay acceso a grandes de comida, eres de los que siempre llena el plato con una mezcla de absolutamente todas las opciones dispuestas en el menú y eres capaz de repetir.
- Usualmente te guardas tus opiniones y emociones, como la tristeza o el enojo, y solamente en los momentos en los que comes en exceso te sientes relajado.
Ahora que ya hemos analizado los signos y síntomas conductuales y emocionales que presentan las personas que sufren de hambre emocional o trastorno por atracones, es importante señalar que se definirá si es un trastorno con base a la frecuencia con la que se presentan los episodios de atracones durante una semana.
Es posible que existan personas que tengan episodios de hambre emocional solamente en determinadas ocasiones, una ruptura amorosa, esperando por los resultados de un examen importante, o durante las vacaciones. Y aunque esos episodios no ponen su salud en riesgo inminente, sí deben estar alertas a las señales en caso de que los episodios empiecen a hacerse más comunes. Pero también está el caso de aquellas personas que tienen episodios recurrentes, y sienten la imperiosa necesidad de resolver, lo más pronto posible, los asuntos emocionales que están causando este trastorno.
Para lograr esto es importante entender que estos episodios de consumo excesivo de comida suceden porque la persona está buscando reducir sus sensaciones de estrés, ansiedad o depresión; y en el corto plazo lo consigue al encontrar momentos de calma y bienestar inmediatos producidos por la comida. Las personas entonces se acostumbran a gestionar todas sus emociones negativas a través de la comida. Esto es lo mismo que sucede con las personas que padecen adicciones a sustancias psicoactivas.
Entonces, si tenemos claro que el origen de este trastorno alimenticio no está en la sensación biológica de hambre sino en diferentes sensaciones emocionales como culpa, aburrimiento, tristeza, nerviosismo, etc; podremos trabajar por recuperar un comportamiento, no sólo normal, sino saludable y gratificante alrededor de la comida.
¿Tiene cura? si, y se necesita apoyo de diferentes profesionales
Superar este trastorno requerirá, como muchas cosas en la vida, de trabajo y compromiso. Si están dispuestos a hacer lo necesario para recuperar su tranquilidad mental, su salud física y una buena relación con la comida, esto es lo que incluye un tratamiento integral, este tipo de tratamientos han demostrado lograr cambios reales y permanentes en la vida de sus pacientes.
- Atención Psicoterapéutica, que estará dirigida a modificar los patrones de conducta que han asociado el bienestar a la comida. Para lograr esto, la terapia más exitosa es la Cognitivo-Conductual porque combina acciones para modificar la forma de pensar al tiempo de la forma de actuar. Usualmente estos tratamientos incluyen técnicas psicoterapéuticas para crear una buena relación con la comida y dejar de depender emocionalmente de ella. También se concentran en terapias para mejorar la autoimagen y la autoestima.
- Atención nutricional
- Diseño de un menú diario de comidas que permita estar bien alimentado.
- Consumo de alimentos saludables que sacien el estómago, como las frutas y verduras.
- Disminución del consumo de azúcares y dulces procesados.
- Realización de actividad física acorde con las capacidades y posibilidades del paciente.
- Atención farmacológica, cuando así lo decida el profesional a cargo.
- Terapia de grupo y/o familiar, las cuales suelen ser de mucha ayuda cuando los pacientes tienen una red de apoyo que quiere involucrarse en el bienestar de su familiar. Igualmente en el caso de que la persona afectada sienta afinidad con las experiencias de otras personas y esto le brinde una motivación adicional.
Este trastorno alimenticio tiene serias implicaciones en la salud física, pero su tratamiento requiere del acompañamiento psicológico porque usualmente sus causas son emocionales y mentales. Por lo tanto es muy importante que se busque siempre el diagnóstico y el tratamiento de la mano de un profesional de la salud mental.
En internet es posible encontrar páginas con consejos sobre qué conductas adoptar para intentar reducir esos episodios. Por ejemplo, encontrarán páginas que les recomienden masticar goma de mascar porque permite engañar al cerebro; agregar picante a las comidas porque este reduce la sensación de hambre; comer cada tres horas; preferir alimentos de color rojo y amarillo; e incluso tener a la mano aceite de menta porque disminuye la ingesta de calorías; en fin, lo encontraran para todos los gustos. Y si bien es cierto que muchos de estos consejos pueden resultar muy útiles, no solucionaran el problema de fondo y los síntomas seguirán apareciendo una y otra vez.
Así que, si sufres de hambre emocional o trastorno de atracones, hazte un favor y déjate de dietas y platos pequeños. Haz la mejor inversión en tu salud de forma integral, escribeme un mensaje.
¡Puedo ayudarte!
Un saludo, Maggie