Mi depresión no tiene cura

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Sobre la depresión mucho se habla en los espacios más populares del internet, las redes sociales. En estos espacios, en los que nos hemos acostumbrado a encontrar todo tipo de temas, a los que recurrimos casi instintivamente para resolver cualquier duda e inquietud, porque lo que no sabe “google” no lo sabe nadie. Sin embargo, poco se habla de aquellas ocasiones en las que el tratamiento para la depresión parece no estar teniendo los resultados esperados.

Y se habla poco de esto porque al parecer a los influenciadores y vendedores de promesas de éxito y felicidad instantánea, poco les interesa que se corra el rumor de que la depresión no se puede curar.

Pero y entonces, ¿se cura o no la depresión?

Hay miles de personas, para las que lamentablemente la opción es no. La depresión no ha salido de sus vidas a pesar del esfuerzo que han invertido en seguir diferentes tratamientos, medicamentos, asistir aquí y allá, tomar esto o lo otro. Si le preguntas a estas personas que lo han probado todo y a pesar de eso siguen batallando diariamente o por temporadas con la depresión, te dirán, sin ninguna duda que la depresión no se puede curar. 

Pero no es verdad, y no es que ellos mientan. Su problema es que han enfrentado un tipo de depresión que parece ser resistente al tratamiento. ¿A qué tratamiento? A todos, a los que han intentado, terapéutico y farmacológico. 

Y aquí quiero hacer un énfasis importante. Solamente podemos hablar de depresión resistente al tratamiento cuando se han probado los dos tipos de tratamiento: el terapéutico, con acompañamiento permanente de un psicoterapeuta experto en el tema (desde un enfoque basado en evidencia científica), y el farmacológico, con la vigilancia constante de un psiquiatra.

Si tu caso es como el de muchas personas que me he encontrado a lo largo de los años en mi consulta, que nunca hicieron un tratamiento en el estricto sentido de la palabra, pero ellos creyeron que sí lo hicieron, y no superaron sus dificultades con la depresión. Entonces no estás dentro de este grupo que tienen una depresión resistente al tratamiento.

¿A quienes me estoy refiriendo?

A quienes, a pesar de haber obtenido un diagnóstico oficial de depresión, se quedaron con las recomendaciones generales que puedes encontrar en las redes sociales. Y es que gracias a los buscadores podemos encontrar casi cualquier cosa que deseemos saber con respecto a esta enfermedad: sus síntomas, sus posibles causas, sus tratamientos, incluso recomendaciones sobre qué fármacos tomar.

Y aunque es maravilloso poder contar con toda esa información al alcance de un clic, no es suficiente. La depresión es una enfermedad lo suficientemente grave como para que desde el primer momento en que tengas sospechas de que puedes estar padeciéndola decidas buscar ayuda profesional. Si bien es cierto que gracias al internet tendrás acceso a información que antes era solamente un privilegio de tu médico, y que éste podía decidir no compartir contigo, y que eso te da poder en la medida en que te convierte en un participante activo y con conocimiento de tu propio proceso de curación; nunca es suficiente. 

 “Google” y los demás buscadores de la red tienen la ventaja de poder acceder a un conjunto casi infinito de datos en cuestión de segundos. Pero es tanta la información que podemos encontrar, y de tan distintas calidades y opiniones, que tenemos que aprender a convertirnos en verdaderos exploradores, capaces de distinguir entre la información real y verídica y la información fundamentada en opiniones sin ninguna evidencia más allá de que lo afirma quien lo escribe. 

Y es en los temas relacionados con la salud mental en donde más deberíamos poner en práctica nuestras habilidades de exploradores. De verdaderos exploradores de la red. 

 Entonces, de regreso al tema que concentra nuestra atención esta semana, quiero dejar claro que si han hecho un “tratamiento” contra la depresión, guiados no por un profesional de la salud mental, sino por videos de YouTube, libros y charlas de crecimiento personal, terapias pregrabadas con lineamientos generales, aplicaciones para controlar sus estados de ánimo y meditaciones para ayudarlos a dormir, etc. No han hecho tratamiento. Y aunque todo lo visto puede haber sido bueno, no les ha ayudado realmente.

Se puede decir que tu depresión es resistente al tratamiento solamente en el caso en que has hecho un tratamiento en el estricto sentido de la palabra.

depresión resistente

Ahora, ¿por qué hiciste resistencia al tratamiento?

Hay varias razones para ello y aquí voy a tocar las más comunes y las que he visto que han afectado más a mis pacientes en la última década.  

El primer caso son aquellas personas que han esperado mucho tiempo para buscar ayuda y ahora sus síntomas ya no son leves sino graves. Ciertamente el tratamiento que antes hubiera sido efectivo debe ser replanteado para hacerlo un poco más agresivo con la enfermedad. Pero esto no lo puede hacer al profesional desde el primer momento. Debe iniciar con el análisis de tus síntomas, la reacción a determinado tipo de terapia o de fármacos. Y entonces, en estos casos, encontrar una combinación efectiva entre tipo de terapia y tipo de medicamentos puede tardar un tiempo. Y es ese tiempo el que veras que no funciona, que te siguen sintiendo mal, incluso peor, porque comienzas a sospechar que no sirve para nada lo que haces.

En estos casos no tengo otra recomendación que trabajar fuertemente en seguir haciendo lo que sea que nuestro terapeuta nos recomiende, seguir las instrucciones al pie de la letra y describirle con lujo de detalles cómo nos sentimos con cada cambio que él o ella hacen. Solamente así podrá nuestro terapeuta llegar al tratamiento que sí funcione. Porque, aunque sí estás presentado una resistencia al tratamiento, no será para siempre. Se puede controlar con un poco más de trabajo.

El segundo caso es en aquellas personas que no han seguido el tratamiento farmacológico tal y como lo ha recetado el psiquiatra. Es muy común que las personas decidan cambiar las dosis que toman del medicamento. Si el psiquiatra les receta cierto número de miligramos, ellos deciden disminuir o aumentar de acuerdo con el “mood” en que se encuentren. Esto va muy ligado al tipo de tabús que tengan las personas frente a la toma de medicamentos psiquiátricos. Sorprendentemente, la mayoría de las personas no tiene ningún problema con tomarse las pastillas para la tensión o el colesterol alto, pero nunca se tomarían una pastilla recetada por el psiquiatra porque tienen todo tipo de desconfianzas. Que se volverán adictos, que les impedirá funcionar adecuadamente, que no podrán dejar de dormir, o volver a dormir, que les ocasionarán otras enfermedades… en fin. La lista es interminable. 

Pero el punto es el mismo. No toman el medicamento como lo ha recetado el médico, dejan de tomarlo abruptamente, no se toman la dosis recetada, toman mucho menos de la dosis recetada, o toman en intervalos de tiempo no recomendado por el médico. Hay pacientes que deciden tomar el medicamento día de por medio, por ejemplo.

depresión resistente

En estos casos podemos decir que la resistencia al tratamiento se debe exclusivamente a no seguir las instrucciones. Así que en realidad no estas haciendo resistencia, aunque tú creas que sí. 

El tercer caso es en aquellas personas que tienen problemas con su salud física y los síntomas se manifiestan como si fuera un problema de salud mental. Es muy importante que al inicio de cualquier tratamiento contra la depresión se despejen estas variables para que no sean fuente de dudas o de resistencia al tratamiento. Si un paciente tiene un problema con su glándula tiroidea, pero los síntomas lo hacen pensar que es depresión, y el médico tratante no revisa estos, entonces el paciente seguirá sintiéndose mal sin importar que tan juicioso sea siguiendo el tratamiento indicado, y se seguirá sintiendo mal mientras el tratamiento no sea el correcto, es decir, para solucionar los problemas que su glándula tiroidea le está ocasionando.  

El cuarto caso son aquellas personas que no han sido diagnosticadas correctamente. Es decir, personas con otro tipo de trastornos mentales que no son necesariamente depresión. Esto puede ocurrir en casos en que el paciente sufre de trastorno bipolar u otro tipo de trastorno de la personalidad. Puede incluso suceder que el paciente sí sufra de depresión, pero también de alguno de los que mencionamos anteriormente, y entonces es vital que el tratamiento sea modificado para atender a las verdaderas necesidades del paciente.

Sea cual sea la fuente de tu resistencia al tratamiento hay algo que debes hacer: asegurarte de no rendirte. La depresión sí puede ser curada y en las ocasiones en que hace resistencia al tratamiento puede solucionarse.

Habla siempre con tu terapeuta. Asegúrate de seguir sus instrucciones, de hacer los ejercicios terapéuticos que te proponga, de tomar los medicamentos exactamente como te los ha recetado, incluso si debes tomarlos todos los días a una hora del día determinada. Pero también asegúrate que le estás comunicando tus emociones y sensaciones, con libertad y honestidad, con la seguridad de que compartiendo lo que sientes podrás obtener un mejor tratamiento.

La única forma de vencer la depresión es trabajando mancomunadamente entre pacientes y terapeutas, así que nunca debes sentir que no hay confianza suficiente, o que no te sientes bien con tu terapeuta. Si llegas a tener que llegar al extremo de cambiarlo, hazlo, sin temor, tu bienestar es más importante. Solo asegúrate que lo cambias por las razones adecuadas.

Recuerda que estoy aquí para ti. Si has pasado por varios tratamientos contra la depresión y crees que puedes estar experimentando resistencia, escríbeme. Podemos agendar una sesión e intentarlo nuevamente. No te rindas, no dejes ganar a la depresión.

Maggie

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